por Luis Castelli
El nuevo turismo buscará más que nunca naturaleza, espacios amplios, aire puro, condiciones sin lugar a dudas asociadas a nuestra Región. La conectividad, la comunicación y la adopción de nuevos protocolos de seguridad, higiene y distancia serán claves para la recuperación.
El coronavirus está provocando una debacle de dimensiones inéditas en la economía mundial en general, y en la industria del turismo en particular. A partir de la comprobación de que el virus se propagaba rápidamente, todos los países y ciudades adoptaron medidas tendientes a aislarse y a #QuedarseEnCasa, limitando primero, prohibiendo después, la actividad de todos los medios de transporte de personas.
Las medidas de aislamiento están salvando vidas, no hay discusión sobre la priorización de este aspecto. Lo que sería necio es obviar que sus consecuencias están provocando el cierre, la quiebra, de miles de empresas de todo tipo y tamaño alrededor del mundo, con pérdidas de empleos y empobrecimiento de muchas personas. Desde grandes industrias y compañías internacionales hasta artesanos y profesionales independientes, no hay rubro que no se haya visto perjudicado gravemente por el impacto de esta pandemia.
Las del turismo en particular (en sentido amplio, incluyendo comercio y actividades varias vinculadas) están viviendo un momento negro. Una actividad en donde el 80% de las empresas prestadoras son pequeñas o medianas, muchas veces unipersonales.
Los Estados en sus distintos niveles han reaccionado frente a esta realidad con fuertes anuncios de ayudas e incentivos fiscales, que en muchos casos no se han materializado por burocracias lentas y poco preparadas, y que de todas formas resultan insuficientes para pagar las cuentas y los salarios.
Sabemos que más que todo lo que se necesita es una reactivación pronta de la actividad comercial y turística; y aunque sea doloroso admitirlo, eso hoy es poco probable. Los expertos coinciden en que esa reactivación será lenta y por etapas: turismo de cercanía primero, nacional luego, regional e internacional recién en una tercera etapa.
Los ciclos de inactividad más duros (determinado por las medidas de aislamiento que acompañan la evolución del contagio y sus picos) parecen ir de 70 a 90 días, contados a partir de la aparición del primer caso en cada país. El primero de ellos, China, ya prácticamente ha reabierto buena parte de sus industrias y servicios, de a poco va recuperando vuelos aerocomerciales internos, y la hotelería y el comercio han comenzado a recobrar actividad luego de los meses más duros. Otros países parecen confirmar ese ciclo a medida que pasan las semanas. Vale aclarar que cuando hablamos de recobrar actividad no nos referimos a volver a los niveles de actividad pre pandemia, que según la Organización Mundial de Turismo se podrían recuperar recién para fines de 2021 / comienzos de 2022
Claro que nuestra realidad es distinta a la de los países centrales. Por ubicación geográfica, cantidad de población, y grado de desarrollo, es posible que nuestro ciclo sea un poco más largo. Y que muchos empleos no logren recuperarse ni en el corto ni en el mediano plazo. La realidad macroeconómica tampoco ayuda a suponer una salida rápida ni fácil.
Con esos parámetros y factores diferenciales, podríamos pensar que para Julio/Agosto ya habrá pasado el peor momento de los contagios y comenzaremos a andar el sendero de la recuperación con algo de turismo interno. Con otros requisitos, con otros estándares, con “nuevas normalidades” como gusta decirse ahora.
Aerolíneas Argentinas tendrá un rol clave. De su desempeño dependerá buena parte de la suerte de muchos destinos turísticos de la Argentina, en particular los más alejados. La temporada de vacaciones de invierno está muy comprometida; recién en el último trimestre se retomarán las operaciones aerocomerciales regulares. El Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación, el Consejo Federal de Turismo, los gobiernos provinciales, las cámaras del sector privado estarán seguramente a la vanguardia en el reclamo por mayor conectividad a partir del 1 de septiembre.
Mientras tanto, los destinos más activos están ya prevendiendo con validez hasta 2021 sus servicios, para ganar liquidez en esta etapa de nulos ingresos. Otros preparando los protocolos para lo que sin dudas será un nuevo escenario para los viajes: medidas de higiene y bromatología, distancias, fidelización, seguros, etc.
En este contexto, la comunicación será el otro factor clave. Planificar y gestionar bien la comunicación en la nueva normalidad hará en muchos casos la diferencia. Absolutamente todos los destinos y empresas se volcarán al mercado para tratar de ganar y/o recuperar clientes cuando las restricciones se levanten, algunos ya lo están haciendo desde ahora, ganando un tiempo precioso; sólo tendrán éxito quienes lo hagan con empatía, con transparencia, con veracidad, de manera innovadora y con el timming adecuado. Ganarse la confianza de los viajeros será la clave.
La Patagonia tiene todos los atributos y condiciones para liderar el proceso de recuperación del turismo de Argentina. Marca indiscutible a nivel mundial, asociada a lo que se buscará para los viajes tras esta pandemia: naturaleza prístina, espacio, aire puro, distancias, lugares exclusivos, destinos maduros y preparados. Tenemos todo, hay que aprovecharlo. El mientras tanto debe servirnos para actuar rápidamente:
- Planificando la llegada de la “nueva normalidad”, instrumentando protocolos sanitarios, de higiene y seguridad que hagan sentir protegidos a quienes viajen. Garantizar un entorno seguro será clave.
- Preparando los sitios de visitas de mayor concurrencia (sobre todo los urbanos, aeropuertos, puertos, museos, restaurantes, etc) para asegurar las medidas de distanciamiento social, sobre todo en los primeros tiempos de esta nueva etapa.
- Impulsar la total digitalización de servicios, con plataformas de reservas y ventas online completas. Todo debe estar disponible en la web de forma ágil y segura para que el turista compre y tenga todo resuelto.
- Realizar fuertes campañas de promoción del destino a nivel nacional e internacional, para sostener el posicionamiento, la marca y concretar ventas.
El Turismo ha sido ya en otras crisis mundiales un motor de la recuperación económica en muchos países del planeta, seguramente lo será también en esta. Por eso es imprescindible dedicar parte de nuestra atención al futuro. Por duro y doloroso que sea el presente, es preciso planificar y preparar los diferentes escenarios, para que cuando todo esto pase, estemos en las mejores condiciones para aprovechar las nuevas oportunidades. Ojalá sea pronto.